Tuesday, May 26, 2009

El ajo y la Cebolla


Los compuestos organosulfurados son los responsables del olor y sabor característicos de estas hortalizas. Estos compuestos son activos limitando la activación de carcinógenos (sustancias que inducen el desarrollo de cáncer) o estimulando la actividad de enzimas que los destruyen. Un ejemplo de estos compuestos son los dialil disulfuros presentes en el ajo; que se liberan después de que sus tejidos son cortados, triturados o macerados (de allí la importancia de consumir el ajo y la cebolla de bulbo rallados, o macerarlos bien en la boca antes de ser ingeridos).

En pruebas con seres humanos estos compuestos han demostrado acción antimicrobiana en contra de levaduras y algunas bacterias, y en experimentos con roedores su capacidad para inhibir tumores cervicales y mamarios y reducir el nivel de lípidos (grasas) en el torrente sanguíneo.

La cebolla y el ajo igualmente reducen el riesgo de contraer cáncer gástrico, reducen el colesterol sanguíneo e impiden la formación de coágulos (acción antitrombótica).
 

Las Cruciferáceas

Dentro de esta familia de hortalizas se encuentran el brócoli, la col, coliflor, coles de Bruselas y el repollo. Estas plantas son ricas en glucosinolatos, que son los inductores de enzimas detoxificantes que mejor se han caracterizado. Sin embargo las sustancias verdaderamente activas son los isotiocianatos, que se liberan de los glucosinolatos cuando los tejidos de dichas hortalizas se cortan, maceran, descongelan, dañan y probablemente también en el tracto gastrointestinal cuando la hortaliza se ingiere. Particularmente se ha observado una notable actividad anticancerígena de estas hortalizas en cánceres de mama, colon y pulmón. La actividad anticarcinogénica (un carcinógeno es una sustancia que contribuye a que se desencadene un cáncer) del isotiocianato sulforafano, ha sido demostrada en tumores mamarios de ratas, y el indol – 3- carbinol presente en la  col, al parecer reduce el crecimiento de células mamarias precancerosas. El antioxidante luteína, que presenta la concentración más elevada en la col, según estudios, protege contra la enfermedad visual conocida como degeneración macular y previene el riesgo de cataratas.

Por su parte, el repollo, posee agentes antiulcerosos como el gefarnato y un compuesto similar a la carbenoxolona, que contribuyen a aumentar la resistencia del revestimiento gástrico.

Debido a que los indoles (compuestos con actividad anticancerígena) se destruyen con el calor, la mejor manera de consumir estas hortalizas es en forma cruda o cocidas al vapor. Sin embargo el alto contenido de fibra insoluble que poseen el brócoli y la coliflor hace necesaria su cocción para facilitar su digestión (crudas pueden producir flatulencia).

 

El Jengibre


Su principal componente es el gingerol; el cual según pruebas realizadas con roedores ha mostrado ser promisorio para el tratamiento de cánceres cutáneos. Tiene efectos comprobados contra la náusea y el vértigo, iguales o mayores que los de drogas como la Dramamina; produce efectos antiinflamatorios y antitrombóticos en los seres humanos, actúa como antibiótico en los tubos de ensayo (elimina la salmonella y los estafilococos), y ha demostrado tener efectos antiulcerativos en animales.

El Ají


La actividad farmacológica del ají se atribuye principalmente a la Capsicina (alcaloide presente también en el pimentón), el compuesto que es responsable de su picor, y que puede reducir la formación de coágulos sanguíneos. Cuando el cerebro percibe la presencia de esta sustancia, libera endorfinas, es decir analgésicos naturales. La capsicina ha mostrado que tiene la propiedad de eliminar a la mayoría de las células cancerígenas de la próstata. Al inyectar esta sustancia en las células prostáticas cancerígenas, se ha encontrado que lleva a su apoptosis (muerte celular programada).